Descripción
Clemente Bernad merodea como un perro callejero por sus alrededores, cuestionando cómo ocupan el espacio público y el entorno urbano, y poniendo de manifiesto a través de imágenes complejas y contundentes el anacronismo y la violencia política que supone la presencia de estos monumentos franquistas en nuestra vida cotidiana. Las fotografías se relacionan entre sí -puede elegirse cualquier combinación entre ellas puesto que no se presentan encuadernadas imponiendo un discurso fijo- tejiendo una intrincada red de interacciones y correspondencias que nos habla de la perversa y pegajosa herencia de la simbología franquista en nuestra sociedad. Su persistencia incólume nada menos que 46 años después de la muerte de Franco supone un déficit democrático incuestionable.
El ensayo fotográfico se acompaña por un texto de Isabel Cadenas Cañón.