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Une photographe dans la resistance | Julia Pirotte (Française / English)

97,00 50,00 IVA incl.

Colección de fotografías de Julia Pirotte, brevemente comentadas por ella misma y elegidas, al parecer, por Jeanne Vervoort, que descubrió la obra y a la autora en 1980 y desea “dejar a la posteridad la huella de una mujer extraordinaria que vivió desde dentro los acontecimientos que describen sus imágenes”.

Descripción

Julia nació en Polonia en 1907, en el seno de una familia pobre de Konskowola, una pequeña ciudad judía cerca de Lublin, a 150 km de Varsovia. Era la mayor de tres hermanos. Cuando murió su madre, tenía nueve años. En 1926, el mariscal Pilsudski instauró una dictadura que duró hasta 1939. Julia, su hermano y su hermana eran militantes activos del Partido Comunista. Fueron procesados y encarcelados. A los 17 años, Julia fue condenada a cuatro años de prisión. Cuando fue liberada, huyó de Polonia. Fue acogida por el Secours Rouge en Bélgica. Trabaja de limpiadora para vivir. En 1935 adquiere la nacionalidad belga al casarse con Jean Pirotte, militante obrero. Julia trabajaba como obrera. Escribió artículos para varias revistas sobre la clase obrera en general y, más concretamente, sobre las condiciones de vida y de trabajo de los mineros polacos a los que se encargaba de organizar. Su carisma y determinación la llevaron a encabezar manifestaciones y reuniones de trabajadores, ¡y se encontró sin trabajo! Suzanne Spaak, que había apreciado su talento como periodista, le regaló una Leica Elmar 3. Julia aprende fotografía en Bruselas y realiza sus primeros reportajes en los países bálticos, en Lituania, Estonia y Letonia, para la agencia de prensa Foto Waro. Mientras trabajaba en este primer encargo fotográfico, Polonia fue invadida por los ejércitos nazis. Consiguió regresar a Bélgica, pero el 10 de mayo de 1940 emprendió el camino del éxodo, llevando sólo su Leica y su ampliadora en la mochila. Trabajó unos meses para las fábricas de armamento de Marsella. Tras la instauración del gobierno de Vichy, sobrevive tomando fotografías en playas privadas. Activa en la Resistencia desde los primeros días de la guerra, se convirtió en reportera de Dimanche illustré y pudo así realizar su trabajo de fotógrafa sin impedimentos. Al mismo tiempo, sirvió a la Resistencia, de la que era miembro. Como oficial de enlace, transportó material de propaganda y armas. También hizo los papeles falsos necesarios para los combatientes de la Resistencia que vivían en la clandestinidad. Fue una de las que, el 21 de agosto de 1944, asaltaron la Prefectura, desencadenando el levantamiento de Marsella y su liberación. Las fotografías de Julia PIROTTE son el testimonio más importante de la lucha de los insurgentes, de la entrada de los Aliados en Marsella y de las celebraciones de la Liberación. Después de la guerra, siguió trabajando para varios periódicos durante unos meses: Combattre, La Marseillaise, Rouge Midi.

La vida de Julia es épica. La guerra no la perdonó. Perdió a toda su familia y a muchos amigos. Pero se negó a aceptar la derrota. Conocía el peso de las palabras y, más aún, de las imágenes. Revolucionaria, Julia utilizó la fotografía al servicio de la causa que defendía. Su cámara es un arma y ella lo sabe. También sabe que una fotografía sólidamente construida es más eficaz. No duda en recortar la imagen para hacerla más dinámica. Sin embargo, rechazando el formalismo, trabaja sobre todo según sus impulsos, su corazón, su sensibilidad social y política. La elección de los temas es prueba de ello. En Marsella, serán los pobres, los ancianos, las mujeres y los niños cuyas difíciles condiciones de vida la conmueven profundamente. Fueron los mineros de Gardanne. Después de la guerra, implicados en la reconstrucción de su país natal, fueron los trabajadores, los movimientos juveniles y los intelectuales. Básicamente, y en general, las fotografías de Julia Pirotte tienen un poder narrativo que transmite un mensaje inmediato, denunciando la pobreza, la soledad, la explotación, la guerra, glorificando la fuerza y el valor de las personas. Son también, y Julia es consciente de ello, una huella histórica, el testimonio personal de una experiencia vivida. El final de la guerra no detiene su historia. Fotografió la repatriación de exiliados polacos. Regresó a Polonia en 1946. Descubrió un país en ruinas donde el antisemitismo no había muerto. Sus fotografías de la masacre de Kielce en 1946 dan fe de ello. Pero volvió a construir. Implicada, fotografió a los obreros de las grandes obras, los movimientos juveniles, los congresos intelectuales donde conoció a Picasso, Paul Eluard, Irène Joliot-Curie, Dominique Desanti y muchos otros. Tomó estas fotografías, que se distribuyeron para apoyar las tesis de Moscú en el marco de la agencia oficial de prensa fotográfica Walf, creada por ella. Acompañó la propaganda, la misma propaganda que propugnaba el stajanovismo, la misma propaganda que acompañó la campaña de alfabetización y la necesaria reconstrucción Como periodista, tuvo la oportunidad de visitar el kibbutz de Israel. Viajará varias veces a otros países de Europa del Este. En 1990, Julia Pirotte confió toda su obra al Museo de la Fotografía de Charleroi.

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